9 de abril de 2009

Bailando II

Bailar con el mar como tu compañero... no sé, es increible, como un compañero de danza ideal (aunque un tanto tímido). Yo giraba y el estaba dispuesto a acompañarme. El lleva el tiempo, yo solo disfruto la arena bajo mis pies mientras salto y hago pequeñas pirouettes; la arena es nuestro testigo, anotando, para la inmortalidad, nuestros pasos. El viento me da en la cara, pero solo río, solo existo yo con mi compañero de danza, que mas puedo necesitar? Si aqui me siento completa, es como si no existiera el dolor ni el cancancio, solo un baile perpendicular. Correteo las olas hasta que desaparecen tras otras que están dispuestas a seguir mi juego. Truenan las olas a lo lejos y yo giro al tiempo. La espuma insiste en alcanzarme pero no la dejo tocar mis pies, aún no. Salto y agito mis brazos, como si en cualquier momento pudiera montar vuelo. Río de nuevo, pero algo me saca de mi mundo. Un grito. Un fin. Trato de no mostrar mi pesadumbre mientras miro al mar y le dedico una reverencia a mi compañero mientras que permito que, ahora si, la espuma envuelva mis pies...

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